Su esposo la golpeó, estranguló y violó, y ella le disparó 6 balas con un rifle

Cuatro balas fueron directo a la cabeza y ponían fin a 12 años de violencia y abusos en el pequeño pueblo patagónico.

Provincias - Neuquén23/01/2022Info patagoniaInfo patagonia

La mañana el 17 de enero de 2010 una mujer, cansada de los abusos de su esposo golpeador, tomó el rifle y le disparó seis veces: cuatro balas fueron directo a la cabeza.

Hacía 12 años que la violencia era cotidiana: agresiones verbales, psicológicas, económicas y físicas. La golpeaba con los puños, con las palmas y hasta con la fusta del caballo que siempre tenía a mano cuando estaba en la casa, tomando con amigos o embriagándose mientras veía televisión.


La pareja se había conocido a fines de los 90, cuando ella era sólo una adolescente y él un hombre mayor de edad y bastante encarador, relata La Mañana. Mientras la seducía ocultó sus antecedentes delictivos: estaba fichado por robos, hurtos y actos de vandalismo.

Cuando comenzaron a vivir juntos, en Confluencia, comenzó la agresión, la violencia y los celos. En tiempos donde la violencia doméstica no se visibilizaba como ahora, ella no encontró contención pero igual lo denunció en la Comisaría, pero cada vez que él salía de la cárcel la represalia era peor. 

Debido a sus constantes delitos, el hombre decidió escapar al pequeño y lejano paraje cordillerano de Los Guañacos, y se la llevó con él, alejándola de su familia. Ahí, él cazaba parte del tiempo pero principalmente se dedicaba a emborracharse y golpear a la mujer, muchas veces frente a sus hijos pequeños.

La hija mayor, que hoy cursa estudios terciarios, cada vez que comenzaban los maltratos, tomaba a sus hermanos y los llevaba a caminar por el pueblo, relata La Mañana.


En medio de esas terribles golpizas, ella le rogaba que la dejara irse con los chicos, volver a Neuquén. “Vos de acá te vas a ir adentro de un cajón”, le respondía.

La noche del 16 de enero de 2010, la violencia de su esposo le hizo saber que ya no había margen, que “era ella o él”. El hombre  estaba borracho viendo televisión, cuando uno de los hijos pasó por delante de la pantalla. Él agarró la fusta del caballo para darle una paliza y ella se interpuso. Esto desató su furia que le tiró un cenicero en la cabeza y la comenzó a golpear. 

Los chicos corrieron a encerrarse en su habitación y él arrastró de los pelos a la mujer a la suya.

Durante esa noche y la madrugada del 17, él la golpeó, la violó mientras la ahorcaba con las manos y le ponía un cuchillo en el cuello, y hasta el el caño del rifle dentro de la boca. Todo esto mientras sus hijos se escondían en la pieza contigua.

Cuando asomó el sol, ella se sentó en la cama, se vistió y pensó en escapar de Los Guañacos, pero era casi imposible. Mientras lloraba, él se despertó y la insultó. La mayor de las hijas se llevó a sus hermanos de nuevo a la plaza. 


Pero esa mañana iba a ser diferente. La mujer tomó el rifle, que estaba al pie de la cama, el mismo que le había metido en su boca horas antes- y se atrincheró contra la puerta de la habitación. “Si me vas a tirar, tirá y matame, porque sino yo te voy a matar a vos”, dijo en tono amenazante. Ella sabía que ese día habría un muerto en esa casa, y no quería ser ella. 

Jaló dos veces el gatillo, los dos proyectiles salieron a la deriva y él rio. El culatazo de retroceso del rifle le demostró el poder de fuego del arma. Entonces sostuvo el rifle con firmeza con sus dos manos, apoyó bien la culata a la altura del pecho casi debajo del hombro y disparó cuatro tiros más. Los cuatro proyectiles dieron de lleno en la cabeza de su esposo.

La mujer fue trasladada a Andacollo donde permaneció alojada en el hospital y medicada por la situación de estrés postraumático que había sufrido. La Justicia inició una causa de oficio por homicidio agravado por el vínculo y alevosía.


Ella nunca negó nada y contó todo lo que había vivido a lo largo de 12 años y lo que recordaba de esas últimas 24 horas de casada, principalmente de los momentos finales, aunque tenía algunas lagunas.

El responsable del Juzgado de Instrucción Nº 4, de ese entonces, Cristian Piana, hoy vocal del TSJ, consideró que la mujer actuó en estado de emoción violenta, consideró que no había podido dirigir sus acciones y no tuvo la posibilidad del dominio de su voluntad de acuerdo a lo que arrojaron los primeros informes. Por eso ordenó su excarcelación en los primeros días de febrero, para que cuidara a sus hijos. La mujer, a disposición de la justicia, volvió a Neuquén y se instaló con su familia. Acudió a cada revisación médica, peritaje y entrevista psiquiátrica y psicológica que fue ordenada con el fin de determinar si era imputable o no.


El juicio se llevó a cabo los días 12 y 13 de mayo de 2011 en la sede judicial de Chos Malal. Fueron pocos los testigos y relevantes las pericias forenses. Se incluyó el testimonio de la hija mayor, que estremeció a los funcionarios judiciales, porque narró como todos los días eran testigos de las golpizas que recibían tanto su madre como ellos. Además, dejó en claro que no tenían forma de responder ni escapar de ese hombre que decía ser su padre.

Tras recorrer toda la pesadilla de María, el tribunal resolvió absolverla en mayo de 2011.

Con información de La Mañana

Fuente: ADN Sur

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